16/7/14

Cuando un buen libreto logra el milagro

Por Ivanna Martin
En Twitter: @IvannaMartinTV


"Intimidad Indecente". El Teatro Cultural Cañada es uno de los espacios más bellos de Córdoba para una puesta intimista como la que dirigió Arnaldo André -y protagonizó (en la piel de Mariano) junto con Marta González- en nuestra ciudad. Aunque con algunas fallas de dirección y una actuación no lograda de manera óptima por André, que encarna al mismo personaje en distintas edades de su vida pero no llega a convencer en cuanto a su actitud física y vocal para interpretar cada etapa, la obra es conmovedora porque su libro (escrito por Leila Assumpcao) lo es. Y puesto en la piel de André y González -que sí logra una interpretación fabulosa de la mujer que va envejeciendo y dejando la vida en cada drama que le toca protagonizar- causa una identificación inmediata y atrapante en los espectadores que, de una u otra manera, se pliegan a esos sentimientos -los dichos y los que subyacen- y van proyectando, quizás, sus propias vidas hacia delante o hacia atrás -porque cualquier posibilidad es válida-. La mujer y el hombre que fui, la mujer y el hombre que seré, la mujer y el hombre que fueron o serán mis padres, tíos, abuelos. La vejez. La soledad y la dureza de textos simples pero contundentes como "nuestros hijos dejaron de visitarnos el día que no les servimos más" son puñaladas certeras en el corazón de más de uno que se aprieta la cara para evitar caer las lágrimas ya sobre un final a pura emoción y tragicómico porque paralelamente a la muerte que sobrevuela y que reúne a estas almas desencontradas durante más de 40 años y que se viven reinventando para encontrarse cada vez más, no dejan de fluir las risas que el libreto, como pocos, logra la perfecta conjunción de la tragedia y la comedia, puestas ahí, al alcance de la mano del espectador, para que sea él quien decida si las lágrimas que deja caer son de dolor profundo o de empatía ante los chistes que Mariano, hasta que desaparece con las últimas luces, no deja de pronunciar. Personalmente, me corrían lágrimas de angustia mezcladas con una risa que era deshilvanada por los comentarios de Mariano en escena. El punto exacto en el que se unen ambas dimensiones de un acto teatral. Un libreto milagroso. Marta González, excelente.