15/10/16

Por berrinches infinitos y botones perdidos

Por Ivanna Martin
TW: @IvannaMartinTV

(En mi primer Día de la Madre)


No te quejes de los llantos, de las noches sin dormir,
No te quejes de sus gritos, sus berrinches, sus caprichos
No te quejes por tener que pasar horas haciendo juntos la tarea o ir muy tarde, ya de noche, a comprar un papel glasé
No te quejes de su mugre ni de los pantalones rotos
No te quejes de sus mocos, de sus vómitos, de sus manos sucias
No te quejes del delantal inmundo o de los botones perdidos
No te quejes porque no come o porque no le gustan las verduras
No te enojes cuando trae una mala nota o se porta mal…
Porque cuando tu mayor deseo es ser madre y no podés… todos esos lamentos de otros constituyen tu máximo sueño.
Y allí, en el fondo de tu corazón, están todos esos deseos…
Deseos de que un hijo llore a tu lado, deseos de que te quite el sueño y estés mil noches sin dormir, ganas inmensas de escuchar sus gritos, berrinches, caprichos… de verlo volver del colegio con el delantal inmundo, con las manos sucias o los botones perdidos…
Porque cuando todo tu ser se conmueve al abrazar o darle un beso al hijo de otro y apretás entre los puños tu impotencia y tu dolor porque no sabés si el tuyo, algún día, va a llegar… todas esas quejas de todos esos padres y madres que se quejan son, para vos, el deseo más grande del mundo y el único intenso motor que te mantiene viva.
A las madres que aún no tienen sus milagros pero que ya son madres porque lo sienten en el corazón, jamás bajen los brazos ni dejen de creer. Abran su corazón y sus brazos a los niños por venir, estén siempre preparadas para conmoverse con los niños de otros, y para dar AMOR. Porque el milagro, siempre, cuando hay AMOR, puede convertirse en su más maravillosa realidad.
Gracias a la vida hoy tengo mi milagro. Agradezco cada instante de noches sin dormir, de dolores de espalda, de ojeras enormes y llantos finitos. Y espero con ansias los días por venir en los que, estoy convencida, jamás me quejaré de sus pantalones rotos, sus manos sucias ni sus botones perdidos.