@IvannaMartinTv
Hoy, cerca de las 7 de la mañana
Maribel me llamó desesperada. “Quiero
volver a Córdoba con mi hermana, quiero llevarla caminando sin oxígeno, que
respire sola, quiero llevarla ahora!!”, me decía, en un llanto
desconsolado, una Maribel absolutamente conmovida, en crisis, gritando por lo
que más ama en la vida además de sus padres: Marisol. Pero todas sus súplicas
ya eran vanas. El corazón de Marisol había dicho basta minutos antes y
evidentemente, Maribel, en shock, no podía aceptar que así fuera… Intenté
calmarla, pero no fue posible, no hay palabras que calmen tan profundo dolor. Era
la noticia que menos esperábamos porque no perdimos un minuto la fe. Su mamá, Mariana, con un hilo de voz me dijo: "No quiero pensar así, pero creo que la vida a veces es muy injusta". Yo también
me quebré, y en medio de mi dolor escribo esto para pedirles que nunca, jamás,
se olviden de Marisol.
Busqué hoy una nota que les hice
a las gemelas para GENTE, en agosto de 2010. Así comenzaba, con palabras de
Marisol: “Soñé que el trasplante salía
bien y todos estábamos muy felices, que salía del quirófano y estaban mamá y
papá esperándonos con los brazos abiertos, y la familia y los amigos se reían y
gritaban de alegría”. Acababa de levantarse de la cama. Es que ni siquiera
dormidas, las gemelas dejaron de imaginar cómo sería el día después de sus
trasplantes. Vivían soñando estar bien.
La Argentina no debe
olvidarse nunca de Marisol Oviedo.
Habrá, sin dudas, un antes y un
después del caso Oviedo en la historia sanitaria y legislativa de nuestro país.
Su familia luchó casi 20 años para salvarles la vida a Maribel y Marisol,
aunque su situación recién se volvió mediática y se conoció hace poco más de
tres años, cuando acudieron a los comunicadores sociales hartos de sobrevivir a
las falencias y burocracias del sistema sanitario cordobés. Muchos, al
principio, señalaron injustamente de oportunistas a sus padres y, en momentos
claves de los altibajos en la salud de sus hijas, también les retacearon
espacios para difundir el tema.
Los Oviedo, sin embargo,
siguieron adelante, y fueron las propias gemelas desde sus frágiles humanidades
quienes salieron públicamente a pedir a los responsables de darles una solución
que así lo hicieran. “Que él haga algo, porque nosotras ya tenemos organizados
nuestros planes, tenemos toda una vida pensada”, anunciaron sin súplicas y con
una entereza ejemplar, refiriéndose al por entonces Ministro de Salud de
Córdoba, Oscar González. En su lucha incansable, pese a que no podían respirar
por sí solas y debían cargar con pesados tubos y mochilas de oxígeno, no
declinaron jamás. Llegaron hasta la Casa
Rosada, acudieron a la propia Presidenta. Y fue Cristina
Fernández quien hace casi un año, en febrero de 2012, firmó el decreto que
resolvió incluir el trasplante de pulmón con donantes vivos en la legislación
vigente. Hacía menos de un mes que Maribel había sido trasplantada con éxito en
Brasil, con lóbulos pulmonares de sus propios padres. Marisol era quien, en
principio, estaba destinada a esa intervención pero el deterioro en la salud de
su hermana hizo que finalmente Maribel fuera la beneficiada. La gran campaña
realizada por los Oviedo, que trascendió las fronteras de nuestro país, logró
la intervención de la Presidenta. Luego,
desafortunadamente, no hubo donantes compatibles para Marisol, quien ya había
sido sacada de la lista del Incucai y debió pasar todo el año aguardando ser
reincorporada con la esperanza de que apareciera un donante cadavérico. Lamentablemente,
pese a que fue una gran luchadora, su corazón no resistió más. Pero dejó
Marisol, junto con su hermana gemela, una enseñanza de fortaleza ejemplar, tan
arrolladora que alcanzó para modificar una Ley que permitirá a muchos salvar
sus vidas. Jamás la olvidemos. Y que su nombre sea el símbolo de la férrea
pelea que miles de familias de pacientes con Fibrosis Quística y otras
enfermedades deben llevar adelante a diario, en el anonimato, sin ayuda ni
exposición, sin que los medios contribuyan a instalar sus preocupaciones para
hallar prontas soluciones. A los Oviedo, que tuvieron esa ventaja, tampoco les
alcanzó para salvar la vida de sus dos hijas porque la mediocridad, los
intereses y la indolencia de muchos políticos y funcionarios interfirieron
demasiado. Que no salgan ahora a dar la cara y a querer solidarizarse para sacar
rédito de una lucha que no supieron acompañar a tiempo. Ahora es tarde. Ahora
no. Tengan pudor. Hoy no es el momento de contarlo todo, porque mi dolor tampoco me lo permite, pero acompañando a las gemelas durante todos estos años tan de cerca, vi muchas miserias, mucha gente lamentable y con actitudes despreciables... desde políticos y funcionarios hasta periodistas y médicos... Vaya mi repudio a todos ellos.
Al margen, hace meses el Ministro de Salud,
Carlos Simon, dijo que enviaría a médicos a Brasil para especializarse en
trasplante con donantes vivos de pulmón. Según Omar Oviedo, sólo envió a uno de
los 98 profesionales a los cuales se refirió en aquel momento. ¿Eso basta? ¿Es
suficiente? Muy probablemente no.
Que tu muerte, Marisol, le pese a
quien le tenga que pesar.
Que tu muerte, Marisol, le pese
profundamente, a quien le tenga que pesar.
El año pasado hubo 1.458
trasplantes en la Argentina,
con 630 donantes reales. Este año, hay más de siete mil personas en lista de
espera. Cuán lejos de uno parece estar el tema de la donación de órganos cuando
tenemos buena salud nosotros y nuestra familia. Pero hay que saber y hacer
saber que es un tema que nos involucra a todos, porque nos une de manera
transversal, porque nadie está exento de necesitarlo algún día. Todos tenemos
que ser donantes. Todos tenemos que elegir dar vida a otros. Del más profundo
de los dolores pueden seguir latiendo muchos otros corazones.
El tuyo, Marisol, dijo basta. Y
en ese basta de tu corazón que vaya una enseñanza para nuestros políticos,
funcionarios, gobernantes, responsables de lo que nos excede; que vaya también
una toma de conciencia para que la gente ponga más amor en cada cosa que haga
porque vos fuiste un claro ejemplo de amor. Y que en ese basta vaya el más
fuerte de los cachetazos a la inacción, a la omisión, al egoísmo extremo, al
individualismo, a los indolentes hijos de puta, y a la desidia de un país que
siempre nos duele pero que a partir de hoy, con tu muerte bella Marisol, nos
duele aún más.
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Con Marisol y Maribel, en su casa. |