24/10/08

Mujeres vs. mujeres

Por Ivanna Martin

¿Somos nuestras peores enemigas? ¿El éxito de las otras nos genera envidia? ¿Es mejor ser cómplices o rivales?

La rivalidad femenina, al igual que la masculina, existe. Se diferencian en que, si la competencia fuera deportiva, nosotras jugaríamos en la liga del disimulo ya que nos incomoda que nuestras ambiciones se hagan evidentes. Ellos son, por lejos, más directos y frontales. Nosotras, es sabido, tenemos más capas que una cebolla.

La envidia es como una flecha con filosas puntas en ambos extremos. Cuando una mujer hiere a otra con una palabra o una mirada hostil, también se pincha a sí misma.
Ambientes competitivos en los que se valoran los logros más que las personas, son propicios para este tipo de situaciones.

Las mujeres somos las peores enemigas de las mujeres, afirma la escritora Carmen Alborch en su libro “Malas. Rivalidad y complicidad entre mujeres”. En su lucha de años por conquistar determinados espacios, las mujeres se han vuelto extremadamente competitivas. Hoy, más allá de la rivalidad natural con los hombres, la pelea tácita por acceder al éxito es, antes que nada, entre nosotras mismas.

El éxito, según la definición de la Real Academia Española, es el “resultado feliz de un negocio o actuación” y la “buena aceptación que tiene alguien o algo”. La envidia surge precisamente cuando ese resultado feliz o esa buena aceptación le pertenece a otra y es algo que nosotras mismas, aunque nos cueste admitirlo, ambicionamos.

“Hay que plantearse qué es el éxito desde un punto de vista personal y no caer ante el primer obstáculo que aparezca ya que es un camino sinuoso”, aconseja Lidia Heller, especialista en género y autora del libro “¿Por qué llegan las que llegan?”.

Los celos, las envidias, las mal llamadas “histerias” femeninas, son características naturales de cualquier mujer. Por lo general, nosotras llegamos al trabajo no sólo a trabajar sino a desnudar parte de nuestra vida privada, cosa que los varones no hacen. Ellos saben separar mejor su ámbito íntimo de lo laboral. Pero nosotras “damos la vida” en cada cosa que hacemos, también en el trabajo, y ahí surgen los problemas.

Aunque todo, claro, es parte de la naturaleza femenina.

“Las mujeres somos más emocionales, ponemos todo en una relación que debería limitarse a lo laboral”. Creemos que en el trabajo tenemos que ser amigas cuando no es así, podemos tener una o dos amigas, el resto son compañeras”, dice Heller.

Nosotras, por ejemplo, seríamos incapaces de compartir una cena con una compañera de oficina con quien discutimos una hora antes pero ellos, tranquilamente, van y disfrutan a lo grande.

Aprender a afrontar el éxito y el fracaso es un aspecto importante. Imitar lo positivo o rescatar virtudes de mujeres a quienes consideramos rivales puede resultar una estrategia interesante para poner en práctica. En esta búsqueda, hay que moldear las propias capacidades y emociones para aprender a automotivarse.

En palabras de Alborch, el asunto es que necesitamos la existencia de cierta solidaridad entre nosotras, puesto que nos conviene –y utiliza expresamente el verbo convenir- ser más cómplices que rivales en este mundo tan complicado en el que vivimos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si la mayoria de las veces nos tenemos envidia
somos materialistas!!!